Desayunar sobre la marcha en la calle… te hace
engordar.
No sabemos si es por el
ritmo cada vez más acelerado de nuestro estilo de vida -parece que vamos a
cámara rápida-, pero lo cierto es que el momento de desayunar cada vez es más
vertiginoso. De hecho, muchos renuncian a ese momento de cafelito y tostada en
casa y lo cambian por un rápido desayuno sobre la marcha. Si os
fijáis, es cada vez más habitual la imagen de una persona haciendo malabares
con café, bollo y móvil mientras va por la calle, una estampa que hace años no
veíamos tan a menudo.
Pues bien, un estudio
acaba de concluir que desayunar ‘on the go’ no es nada bueno,
no ya para nuestra alimentación, sino para nuestra línea. Vamos, que engorda
más que si realizáramos esa misma comida (la más importante del día,
recordemos) en la cocina de nuestra casa.
La Universidad británica
de Surrey es la que ha llevado a cabo la investigación. La hicieron a través
del siguiente método: pidiéndoles a 60 mujeres que comieran una
barrita de cereales mientras caminaban por un pasillo, veían un
capítulo de Friends o chateaban con un amigo. Tras esto, las participantes completaron
un cuestionario y probaron diferentes snacks, entre los que se
encontraban chocolate, palitos de zanahoria, uvas y patatas fritas. Los
resultados concluyeron que las mujeres que más snacks comieron fueron aquellas
que habían ingerido previamente la barrita de cereales mientras caminaban. Es
más, comieron hasta cinco veces más chocolate.
“Comer sobre la marcha
puede llevar a que se ingiera demasiada comida durante el resto del día”,
explica la profesora Jane Ogden, directora del estudio. ¿Las razones?
Una de ellas puede ser la distracción que supone ir caminando mientras comemos
y que interfiere en nuestra capacidad de notar el impacto del alimento en
nuestrahambre. Es decir, que si no prestamos atención mientras comemos,
corremos el riesgo de pasarnos.
Está claro que esa
‘distacción’ también se produce cuando vemos la tele o hablamos con alguien.
Entonces, ¿por qué sucede esto cuando caminamos? Pues porque el cerebro tiende
a identificar ese momento como una forma de ‘ejercicio’, con lo que
se piensa en la comida que viene después como una recompensa. Es decir, se
minusvalora el efecto de la comida porque pensamos que, mientras ingerimos, lo
vamos quemando…
De todos modos, los
investigadores de la universidad de Surrey recuerdan que esto no quiere decir que
comer viendo la tele o mientras se habla con alguien no engorde… También lo
hace, claro está. El consejo es, por tanto, que más nos vale prestar
atención a lo que comemos si no queremos que nuestro cerebro actúe
como si no nos hubiéramos metido nada en el buche y pase a pedirnos más y más.
Fotos: Flickr
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