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miércoles, 25 de febrero de 2015

Síntomas atípicos de un infarto en las mujeres

Síntomas atípicos de un infarto en las mujeres




Ante la presencia de estos síntomas, evidentemente, no hemos de pensar, como primer diagnóstico posible, en un infarto. Pero no hemos de dejar de considerar esa posibilidad. Y, en especial, en determinadas personas, como veremos a continuación.
Los grupos más predispuestos al infarto
A la hora de advertirles a los pacientes en la consulta del riesgo que corren de padecer un infarto cardíaco, o bien un ictus, siempre les explico que esto no es más que una rifa, un "sorteo". El "premio", por así decirlo, sería padecer uno de estos eventos. Y los boletos, los números de la rifa, son los denominados factores de riesgo cardiovascular: Diabetes, hipertensión arterial, tabaquismo, colesterol elevado, o una vida sedentaria. A más boletos, mayor riesgo que te toque "el gordo".
Por tanto, parece claro que alguien que no "juegue", que no tenga números, no le tocará (salvo, evidentemente, aquellas situaciones poco predecibles, de muerte súbita por malformaciones cardíacas congénitas).
Síntomas totalmente inespecíficos
Evidentemente, aún a riesgo de hacerme pesado, insisto que no será en un infarto en lo primero que pensemos los médicos cuando llega un paciente con alguno de los síntomas que veremos a continuación; pero si la persona tiene los citados factores de riesgo (alguno de ellos, o bien, varios), sí que entra el infarto en el diagnóstico diferencial. Se trata de síntomas que suelen desarrollarse de forma poco llamativa, vagamente, a lo largo de días o semanas; y que muchas veces no llegan a reconocerse. En especial, en las mujeres, a las que, dado que hasta las últimas décadas no han comenzado a fumar, se les atribuye un menor riesgo de padecer un infarto ("menos boletos en la rifa") a igualdad de edad y del resto de factores de riesgo respecto a un hombre.
Vamos, pues, con los citados síntomas a tener en cuenta:
Sentirse muy cansado (la astenia, en terminología médica). Suele atribuirse a una mala calidad del sueño, a un efecto colateral de un fármaco, o a un período laboral especialmente estresante. Pero el cansancio excesivo puede ser un primer síntoma de un infarto, o bien, de una enfermedad cardíaca. Un estudio explica, de hecho, que el 70% de las mujeres entrevistadas tras un infarto, se sentían muy fatigadas en las semanas o días previos al mismo.
Encadenado con el anterior, hemos de enumerar como síntoma a tener en cuenta el insomnio. Así, no es raro sentirse cansado tras un período de sueño no reparador, o por estar afrontando una temporada de sobrecarga a distintos niveles (trabajo, estudios, familia, relaciones sentimentales…). Sin embargo, un estudio ha revelado que casi la mitad de las mujeres que padecieron un infarto, habían tenido problemas con su período de sueño en los días o semanas previas.
Tos y sensación de ahogo: ¿Tiene usted dificultad para respirar profundamente, y no padece de asma? Esa misteriosa dificultad respiratoria durante actividades básicas de la vida diaria (no durante el ejercicio), así como la presencia de una tos poco justificable, pueden ser síntomas de un infarto precoz en mujeres. Pero insistimos: Lo más probable ante la aparición de tos persistente no es un infarto.
La acidez (quemazón) y la distensión abdominal (sentirse hinchado tras las comidas) (dispepsia en terminología médica): Incluso un 40% de las mujeres que padecieron un infarto coronario, referían alguna de esas molestias en los momentos previos.
Vértigo y sudoración profusa: Casi un 40% de las mujeres que padecieron un infarto referían una sensación de vértigo, o de aturdimiento. Otro 40% refería sensación de sudoración fría. Son dos síntomas que, en según qué grupo de edad, pueden atribuirse a la menopausia; cosa que puede dificultarnos a los médicos a la hora de pensar en un infarto como posible desencadenante. De todas formas, el sudor frío, acompañado o no de mareo, suele ser un síntoma que a un médico le hace pensar en esta entidad. En especial, si va asociado al típico dolor torácico.
Ansiedad sin un origen claro (inexplicada); en especial, sí ésta va asociada a pinchazos en el pecho: Hasta un tercio de las mujeres que padecieron un infarto explicaban la presencia de una ansiedad injustificada en los momentos previos. Aquí deberíamos hacer un inciso: Habida cuenta que el estrés se ha visto que aumenta el riesgo de padecer un infarto, esta ansiedad puede ser, tanto causa del mismo, como consecuencia. Hemos de tener cuidado, en estos casos, de no confundir un infarto con una crisis de pánico (o de ansiedad).
Pese a ser un síntoma clásico de un infarto, sólo un 30% de las mujeres que padecieron un infarto explicaban dolor en el pecho. Explicaban, por otra parte, dolor en otras localizaciones: dolor en la parte superior de la espalda, cuello, hombros, brazos, mandíbula y garganta. Para tranquilizar a los lectores, indicaremos que el tipo de dolor sí que coincide con el dolor clásico referido durante una angina de pecho; por lo que la localización, pese a no ser la habitual, tampoco es qu

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