Síntomas atípicos de un infarto en las mujeres
Ante la presencia de estos
síntomas, evidentemente, no hemos de pensar, como primer diagnóstico posible,
en un infarto. Pero no hemos de dejar de considerar esa posibilidad. Y, en
especial, en determinadas personas, como veremos a continuación.
Los grupos más predispuestos
al infarto
A la hora de advertirles a
los pacientes en la consulta del riesgo que corren de padecer un infarto
cardíaco, o bien un ictus, siempre les explico que esto no es más que una rifa,
un "sorteo". El "premio", por así decirlo, sería padecer
uno de estos eventos. Y los boletos, los números de la rifa, son los
denominados factores de riesgo cardiovascular: Diabetes, hipertensión arterial,
tabaquismo, colesterol elevado, o una vida sedentaria. A más boletos, mayor
riesgo que te toque "el gordo".
Por tanto, parece claro que
alguien que no "juegue", que no tenga números, no le tocará (salvo,
evidentemente, aquellas situaciones poco predecibles, de muerte súbita por
malformaciones cardíacas congénitas).
Síntomas totalmente
inespecíficos
Evidentemente, aún a riesgo
de hacerme pesado, insisto que no será en un infarto en lo primero que pensemos
los médicos cuando llega un paciente con alguno de los síntomas que veremos a
continuación; pero si la persona tiene los citados factores de riesgo (alguno
de ellos, o bien, varios), sí que entra el infarto en el diagnóstico
diferencial. Se trata de síntomas que suelen desarrollarse de forma poco
llamativa, vagamente, a lo largo de días o semanas; y que muchas veces no
llegan a reconocerse. En especial, en las mujeres, a las que, dado que hasta
las últimas décadas no han comenzado a fumar, se les atribuye un menor riesgo
de padecer un infarto ("menos boletos en la rifa") a igualdad de edad
y del resto de factores de riesgo respecto a un hombre.
Vamos, pues, con los citados
síntomas a tener en cuenta:
Sentirse muy
cansado (la astenia, en terminología médica). Suele atribuirse a
una mala calidad del sueño, a un efecto colateral de un fármaco, o a un período
laboral especialmente estresante. Pero el cansancio excesivo puede ser un
primer síntoma de un infarto, o bien, de una enfermedad cardíaca. Un estudio
explica, de hecho, que el 70% de las mujeres entrevistadas tras un infarto, se
sentían muy fatigadas en las semanas o días previos al mismo.
Encadenado con el anterior,
hemos de enumerar como síntoma a tener en cuenta el insomnio.
Así, no es raro sentirse cansado tras un período de sueño no reparador, o por
estar afrontando una temporada de sobrecarga a distintos niveles (trabajo,
estudios, familia, relaciones sentimentales…). Sin embargo, un estudio ha
revelado que casi la mitad de las mujeres que padecieron un infarto, habían
tenido problemas con su período de sueño en los días o semanas previas.
Tos y sensación de ahogo: ¿Tiene usted dificultad para respirar profundamente, y
no padece de asma? Esa misteriosa dificultad respiratoria durante actividades
básicas de la vida diaria (no durante el ejercicio), así como la presencia de
una tos poco justificable, pueden ser síntomas de un infarto precoz en mujeres.
Pero insistimos: Lo más probable ante la aparición de tos persistente no es un
infarto.
La acidez
(quemazón) y la distensión abdominal (sentirse hinchado tras las comidas)
(dispepsia en terminología médica): Incluso un 40% de las mujeres que
padecieron un infarto coronario, referían alguna de esas molestias en los
momentos previos.
Vértigo y sudoración profusa: Casi un 40% de las mujeres que padecieron un infarto
referían una sensación de vértigo, o de aturdimiento. Otro 40% refería
sensación de sudoración fría. Son dos síntomas que, en según qué grupo de edad,
pueden atribuirse a la menopausia; cosa que puede dificultarnos a los médicos a
la hora de pensar en un infarto como posible desencadenante. De todas formas,
el sudor frío, acompañado o no de mareo, suele ser un síntoma que a un médico
le hace pensar en esta entidad. En especial, si va asociado al típico dolor
torácico.
Ansiedad sin un origen claro (inexplicada); en especial, sí ésta va asociada a pinchazos en el
pecho: Hasta un tercio de las mujeres que padecieron un infarto
explicaban la presencia de una ansiedad injustificada en los momentos previos.
Aquí deberíamos hacer un inciso: Habida cuenta que el estrés se ha visto que
aumenta el riesgo de padecer un infarto, esta ansiedad puede ser, tanto causa
del mismo, como consecuencia. Hemos de tener cuidado, en estos casos, de no
confundir un infarto con una crisis de pánico (o de ansiedad).
Pese a
ser un síntoma clásico de un infarto, sólo un 30% de las mujeres que padecieron
un infarto explicaban dolor en el pecho. Explicaban, por otra parte, dolor en
otras localizaciones: dolor en la parte superior de la espalda, cuello,
hombros, brazos, mandíbula y garganta. Para tranquilizar a los lectores,
indicaremos que el tipo de dolor sí que coincide con el dolor clásico referido
durante una angina de pecho; por lo que la localización, pese a no ser la
habitual, tampoco es qu
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