Comer lo que más te gusta: tu ‘as en la manga’
contra la obesidad
Cuando alguien necesita
adelgazar, y se lo propone en serio, hay que tratar de ponérselo
fácil. Eliminar de golpe y porrazo todo lo que a uno le gusta hace que te
hundas en la miseria y como el hombre es débil por naturaleza, antes o después
sucumbirá a la tentación y comerá del fruto prohibido.
Nuestro organismo tiene la capacidad natural de elegir lo
que más nos conviene.
¿Cómo evitarlo? Dándole lo
que los expertos en nutrición denominan un ‘estímulo placentero’ o lo
que es lo mismo una de cal y otra de arena.
Porque a comer bien se
aprende, ya que según afirman los especialistas en
salud reunidos en la IV Serie Científica Latinoamericana 2014, celebrada
en Buenos Aires (Argentina), la obesidad es un desorden de aprendizaje
que puede corregirse.
Por poner un
ejemplo: ¿No será más fácil aguantar toda la semana tomando pescado a la
plancha/pollo con arroz/ensalada variada o unas verduras asadas si sabes que en
algún momento vas a poder merendar una bola de helado o tomarte una cerveza en
el aperitivo del domingo?
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Así lo explica la Dra.
Mónica Katz, directora de la Carrera de Médico Especialista en Nutrición con
orientación en Obesidad, de la Universidad Favaloro de Argentina.
“El placer no es un “extra”
en nuestra vida, sino un componente central que guía nuestras decisiones y
puede aprovecharse para incorporar hábitos saludables, pues está demostrado que
el cerebro busca repetir aquellas acciones que generan sensaciones agradables y
provocan la liberación de dopamina en el flujo sanguíneo".
Así, es posible utilizar
este sistema de recompensas para mantener una dieta balanceada reencontrando
el placer en la comida, en porciones adecuadas.
Por el
contrario, los esfuerzos para reducir el sobrepeso basados en la
restricción, la prohibición y la regulación han fracasado según se ha
puesto de manifiesto durante la segunda jornada de la Serie Científica
Latinoamericana 2014.
Estos pequeños caprichos se
perciben como un premio por el trabajo bien hecho, bien sea por hacer haber
hecho una buena elección (comer lentejas en vez de una hamburguesa) o por
haber cumplido con la premisa del ejercicio diario (dar un paseo de media
hora, subir por las escaleras, ir en bicicleta al trabajo...)
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En línea con esta idea,
durante el Simposio Vida Activa y Saludable Katz aseguró que “la comida es un
estímulo
fisiológico, no puede ser adictiva porque al comer estamos respondiendo a una
necesidad
de nuestro organismo. No se puede ser adicto a una recompensa
natural, porque el placer que
encontramos en ello son respuestas naturales”.
Para el Dr. Paul
Rozin, miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias,
otro truco infalible para ganar la batalla a la báscula es el de las
porciones.
Se trata de controlar no
sólo lo que comemos sino la cantidad, un factor clave para mantenernos en
nuestro peso ideal. Pero una vez más los expertos insisten en que no es bueno
radicalizar posturas.
¿Es necesario sacrificar el
sabor por las calorías?
La “paradoja francesa” indica lo contrario. Francia tiene un 50 por
ciento menos de obesidad que Estados Unidos, aún cuando los galos comen con
más grasas.
Rozin recordó un estudio en
el que compararon matemáticamente los tamaños de productos
alimenticios
individuales de supermercados franceses y norteamericanos. Resultó que la
ración media de comida en París es de 277 gramos versus los 346
gramos estadounidenses. O sea, en Estados Unidos las porciones promedio
por unidad son un 25 por ciento más abundantes que en Francia.
De ahí que una de las estrategias
llevadas a cabo por las empresas de alimentación sea producir raciones más
pequeñas. Placer y moderación serían el secreto para mantener
a raya los kilos.
"Comer rico es un
derecho. Todo alimento puede ser parte de una alimentación saludable siempre
que sea consumido con moderación", concluyó la argentina.