Por qué (cuando bebo vino) me arde el esófago.
Un ‘defecto’ en el cierre de la válvula que une el estómago y el esófago, una insuficiencia muscular o una hernia de hiato pueden ser las razones por las que el ácido gástrico sube por el esófago causando ardor en la garganta, presión en el pecho y tensión en el estómago.
El ardor y la acidez estomacal son molestias comunes que pueden aparecer después de una comida copiosa, por irse a la cama nada más cenar o como consecuencia de otros hábitos y factores de riesgo que debemos controlar como la obesidad, el tabaco o el alcohol.
Pero no siempre es así; algunas personas con hábitos saludables y sin problemas de salud aparentes han renunciado a tomarse una copa de vino tinto porque un único trago les provoca una intensa sensación de ardor. Si no estamos hablando de beber en ayunas ni de un consumo desorbitado, ¿a qué se debe?
Una barrera natural
“Cuando ingerimos un alimento (sólido o líquido), una barrera natural formada por el esfínter esofágico inferior se abre para permitir el paso del bolo alimenticio hacia el estómago y, al mismo tiempo, impide el paso natural del contenido gástrico hacia el esófago”, nos explican desde la Asociación Española de Gastroenterología (AEGASTRO).
Si esa banda de músculos no cierra bien y se produce una relajación de este esfínter, parte del ácido se escapa y vuelve al esófago. “Cuando esto se repite con demasiada frecuencia, produce síntomas y, en algunos casos, pequeñas heridas (erosiones) debidas al efecto corrosivo de sus componentes (esofagitis erosiva)”, explican desde el servicio de Gastroenterología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Se trata de un fenómeno relacionado con la incapacidad de la persona para cerrar el cauce digestivo a nivel del esófago, de modo que este actúa como una chimenea que deja subir los gases que forman los ácidos gástricos, altamente corrosivos
Esta sustancia parcialmente digerida puede irritar de forma repetitiva el tejido más delicado del esófago, causando acidez y otros síntomas. Cuando se trata de poca cantidad, apenas se nota. Sin embargo, si la situación se repite puede agravarse y derivar en otras complicaciones. De no tratarse, puede dañar el revestimiento del esófago (esofagitis) e interferir con su función normal, que es hacer transitar la comida y los líquidos de la boca al estómago.
Se considera enfermedad si...
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE, por sus siglas en inglés) está causada por “un incremento en la producción de ácido gástrico acompañado de un defecto en el cierre de la válvula de la unión entre el estómago y el esófago, por una insuficiencia muscular o una hernia de hiato, de manera que el ácido gástrico sube por el esófago, explica el doctor José Manuel Rodríguez Laiz, especialista de aparato digestivo del Hospital HLA Mediterráneo.
Una barrera natural
“Cuando ingerimos un alimento (sólido o líquido), una barrera natural formada por el esfínter esofágico inferior se abre para permitir el paso del bolo alimenticio hacia el estómago y, al mismo tiempo, impide el paso natural del contenido gástrico hacia el esófago”, nos explican desde la Asociación Española de Gastroenterología (AEGASTRO).
Si esa banda de músculos no cierra bien y se produce una relajación de este esfínter, parte del ácido se escapa y vuelve al esófago. “Cuando esto se repite con demasiada frecuencia, produce síntomas y, en algunos casos, pequeñas heridas (erosiones) debidas al efecto corrosivo de sus componentes (esofagitis erosiva)”, explican desde el servicio de Gastroenterología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Se trata de un fenómeno relacionado con la incapacidad de la persona para cerrar el cauce digestivo a nivel del esófago, de modo que este actúa como una chimenea que deja subir los gases que forman los ácidos gástricos, altamente corrosivos
Esta sustancia parcialmente digerida puede irritar de forma repetitiva el tejido más delicado del esófago, causando acidez y otros síntomas. Cuando se trata de poca cantidad, apenas se nota. Sin embargo, si la situación se repite puede agravarse y derivar en otras complicaciones. De no tratarse, puede dañar el revestimiento del esófago (esofagitis) e interferir con su función normal, que es hacer transitar la comida y los líquidos de la boca al estómago.
Se considera enfermedad si...
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE, por sus siglas en inglés) está causada por “un incremento en la producción de ácido gástrico acompañado de un defecto en el cierre de la válvula de la unión entre el estómago y el esófago, por una insuficiencia muscular o una hernia de hiato, de manera que el ácido gástrico sube por el esófago, explica el doctor José Manuel Rodríguez Laiz, especialista de aparato digestivo del Hospital HLA Mediterráneo.
Tiene una alta prevalencia en nuestro país llegando a un tercio de la población, aunque esta cifra podría estar subestimada porque la mayor parte presentan síntomas leves y poco frecuentes. De hecho, la Sociedad Española de Patología Digestiva alrededor del 40 por ciento de la población sufrirá un episodio.
Casi todo el mundo tiene en algunos momentos paso transitorio de contenido gástrico al esófago propiciado por alguna circunstancia, pero sólo se considera enfermedad cuando produce síntomas al menos dos días a la semana, y estos son suficientemente intensos como para deteriorar la calidad de vida de la persona.
"Esta patología condiciona frecuentemente síntomas digestivos como ardores, regurgitación, molestias en la deglución y, con menor frecuencia, otros extradigestivos neumológicos, dentarios u otorrinolaringológicos como faringitis, laringitis, broncopatía, asma, taquicardia o dolor torácico, entre otros", apunta el experto.
Cómo se reconoce
Los síntomas más característicos son la sensación de ardor (llamada pirosis), que comienza en la parte más alta y central del abdomen y sube hacia el tórax y el cuello, y la consiguiente regurgitación de líquido hacia la boca, especialmente cuando se está acostado en la cama.
Durante la noche se pueden producir escapes nocturnos de jugo gástrico que llegan a la garganta provocando irritación. Esto puede hacer que al levantarte tengas tos, ronquera o carraspeo.
Otros síntomas digestivos pueden ser molestia o dolor al tragar los alimentos o los líquidos, eructos frecuentes, o molestias en la garganta. La ERGE también puede manifestarse con síntomas no digestivos, como dolor torácico similar a la angina de pecho, tos crónica, faringitis crónica o asma bronquial.
El peligro de cenar mucho y tarde
La alimentación y el estilo de vida juegan un papel importante en la aparición y la evolución del reflujo. Hay alimentos o bebidas que lo propician: comidas grasientas o picantes, salsas, el tomate frito, el chocolate, la menta, los cítricos, el café y las bebidas carbonatadas. Pero lo que más influye son las ingestas importantes de comida, sobre todo, las cenas cuantiosas y tardías que no dejan margen entre la cena y la hora de acostarse.
¿Se agrava con el alcohol?
Por otro lado, existe un debate considerable sobre los efectos del alcohol, y el vino tinto en particular, sobre la producción de ácido gástrico. Algunas investigaciones sugieren que cualquier tipo de alcohol de alta graduación alterará a quienes padecen ácido estomacal y otros síntomas de la enfermedad por reflujo gástrico.
“También las bebidas alcohólicas (vino blanco, cava y bebidas de alta graduación, más que el vino tinto) favorecen el reflujo”, apunta un informe para pacientes de la Sociedad Catalana de Digestología.
En definitiva, “todo lo que aumenta la presión intrabdominal también favorece el reflujo. Es el caso del embarazo, las posiciones de flexión ventral (hacia delante) del tronco o los vestidos o cinturones muy ajustados. La posición de decúbito (estar acostado) también lo propicia por una simple cuestión de fuerza de gravedad”, añaden los gastroenterólogos.
También algunas medicaciones como la progesterona o los antidepresivos pueden facilitar el reflujo al disminuir la presión del esfínter esofágico inferior. Y la aspirina o los antiinflamatorios pueden agravar las lesiones esofágicas producidas por reflujo.
Es esa mezcla de factores, repetida y prolongada en el tiempo, y no exclusivamente el consumo de vino o alcohol lo que favorece el reflujo. Por eso, llega un día en el que el cuerpo no puede digerir un simple sorbo de vino aunque sea acompañando de una comida equilibrada. Y esto suele ocurrir a partir de los 45 aó
Soluciones y tratamiento
Hasta ahora el tratamiento se ha basado en las conocidas medidas higiénico-dietéticas como levantar la cabecera de la cama o evitar tabaco, cafeína, alcohol y comidas copiosas en los casos más leves. En caso necesario, se recomienda tomar fármacos (omeprazol y derivados) para reducir las molestias.
También se hace especial hincapié en evitar los platos muy grasos o muy especiados, los fritos y no llenarse mucho en ninguna comida, especialmente si cenamos tarde por la noche.
El tratamiento quirúrgico anti-reflujo más habitual (funduplicatura quirúrgica) se está empezando a sustituir por una nueva técnica conocida como MUSE (Medigus Ultrasonic Surgical Endostapler, por su nombre en inglés), que consiste en realizar unos pliegues en la unión entre el estómago y el esófago mediante un dispositivo endoscópico que aúna una microcámara, un sensor de ultrasonidos y una grapadora quirúrgica.
El objetivo de este procedimiento es aumentar el tono del esfínter esofágico inferior evitando que el contenido gástrico suba hacia el esófago mediante la creación de unos pliegues en el techo del estómago.
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