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sábado, 13 de noviembre de 2021

¿Qué relación tiene el frío con el catarro y la gripe?

¿Qué relación tiene el frío con el catarro y la gripe?

Las bajas temperaturas provocan una serie de situaciones que causan que los virus que se trasmiten por vía respiratoria nos afecten más

Al principio se pensaba que era solo el frío, pero hay varios estudios que indican que las bajas temperaturas por sí mismas pueden hacer, además, que los virus se hagan más resistentes. El catarro o resfriado común está producido por diferentes tipos de virus: rinovirus, adenovirus e incluso por algunos tipos de coronavirus (diferentes al SARS-COV-2 que provoca la covid) y la gripe por el virus de la influenza. Lo que ocurre con las bajas temperaturas es que la mucosa de la nariz se seca, se hace más frágil y por eso funciona peor como barrera para la entrada de estos virus.

Por otro lado, como te decía al principio, los virus tienen una cubierta lipídica que con el frío se hace más resistente. Y además, la hipotermia por sí misma, es decir, el descenso de la temperatura corporal también disminuye en parte el buen funcionamiento del sistema inmunológico. La proteína que predomina en la mucosa es la inmunoglobulina A, si el virus es más resistentes, si la nariz se hace más frágil, entonces la inmunoglobulina A trabaja peor. Y si a eso le añadimos que el propio sistema inmunitario pierde algo de su eficacia, tenemos una situación que, efectivamente, provoca un aumento de catarros, en otoño, y gripes, en invierno.

A todo esto hay que añadir que cuando bajan las temperaturas pasamos más tiempo en espacios cerrados con otras personas y eso siempre favorece la circulación de estos virus que se propagan por vía aérea de persona a persona. Esto es igual para los catarros comunes y para la gripe, pero la gripe llega más tarde: en enero o febrero, aunque algunos años se adelanta a finales de diciembre.

Realmente no es el frío el que afecta directamente, sino que las bajas temperaturas provocan una serie de situaciones que son las que causan que los virus que se trasmiten por vía respiratoria nos afecten más.

Si este año seguimos usando las mascarillas en interiores es muy probable que no haya una ola importante de catarros y gripes. Pero siempre que tengamos cuidado, que usemos correctamente la mascarilla, que nos lavemos las manos y continuemos con el resto de medias de higiene adoptadas para frenar la epidemia de COVID-19. Y es que, como se trasmiten de la misma manera, esas medidas sirven de barrera también para los virus que provocan los resfriados y las gripes. No parece que la incidencia vaya a ser tan baja como lo fue el año pasado porque ya estamos sin mascarilla en la calle y los aforos que se están permitiendo ya son prácticamente del 100%. Y por mucho que el aire se renueve, todos deberíamos llevar mascarilla. También las terrazas son otro foco de contagio porque estamos muy cerca unos de otros y nos quitamos la mascarilla para comer y beber e incluso para hablar, y entonces salpican gotitas. En mi opinión, deberíamos seguir llevando mascarilla por lo menos hasta el mes de marzo. Si lo hacemos así, va a seguir habiendo gripes y catarros, pero va a disminuir la trasmisión. Es una manera de ponerles barreras físicas a los virus que resulta muy eficaz y sí puede disminuir considerablemente la cantidad de catarros comunes y gripe. 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Alerta: por qué no debes aplicarte perfume en el cuello.

 

Alerta: por qué no debes aplicarte perfume en el cuello.



El perfume tiene un efecto positivo en el estado de ánimo pero también puede ser tóxico si no lo utilizamos con cabeza. Algunos de sus componentes actúan como un disruptor endocrino desequilibrando las hormonas y causando una mayor disfunción tiroidea, entre otros efectos adversos.

De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, un disruptor endocrino (DE) es “un agente que interfiere con la síntesis, secreción, transporte, unión o eliminación de hormonas naturales presentes en el organismo que son responsables del mantenimiento de la homeostasis, la reproducción, el desarrollo y/o el comportamiento". Simplificando, esto significa que los DEs son productos químicos o mezclas químicas, que interfieren con la función hormonal normal.

Bien, pues lo creas o no, el perfume que usas a diario contiene algunas de estas sustancias químicas, y ni siquiera figuran en la etiqueta debido a la ley de secreto comercial, que exime a los fabricantes de la obligación de revelar todos sus componentes bajo la denominación de 'fragancia'. El problema es que no nos detenemos a pensar que las fragancias o los aromas son productos químicos. Y los productos químicos de las fragancias son compuestos orgánicos que se volatilizan o vaporizan en el aire, por lo que además de olerlos, podemos inhalarnos.

Nos estamos refieriendo a los ftalatos (sustancia química que se añade a los plásticos para dotarlos de flexibilidad) que están presentes en numerosos productos de uso cotidiano, como el esmalte de uñas, perfumes, plasticos, envases de alimentos, ropa, zapatos, etcétera. Varias investigaciones han probado el impacto de este conservante sintético en el organismo y los riesgos de que la población esté continuamente expuesta a él. 

En concreto, existen estudios que han demostrado que estos compuestos alteran el sistema hormonal, sobre todo en varones (provocando infertilidad) y especialmente en niños. Por eso hace años que se prohibió su uso en la fabricación de juguetes. Sin embargo, aunque no se habla mucho de ello, en realidad se sabe mucho más sobre las concuencias que tiene para la salud aplicarse el perfume directamente en el cuello o la muñeca. 

Muchos ingredientes de las fragancias son irritantes y sensibilizadores respiratorios, que pueden desencadenar ataques de asma y agravar las afecciones de los senos nasales. Esta publicación en TikTok alertando del riesgo que corremos al usar así el perfume nos ha animado a contarte un poco más sobre el tema.

Al rociar el perfume en tu cuello, los ftalatos entran a través de la piel, por la vía respiratoria, pasan al torrente circulatorio, y por la sangre se distribuyen por todo el organismo, pasan a las células de los tejidos y, en algunos, tienen efectos tóxicos importantes (con el paso del tiempo), concretamente en el sistema hormonal.

El impacto es mayor si sueles perfúmate nada más salir de la ducha, porque el poro está dilatado y esto facilita la absorción del perfume. Así que mucho cuidado; mejor que vayas eliminando ese gesto de tu rutina diaria.

Los expertos se muestran especialmente preocupados por su efecto antiandrogénico, que inhibe los efectos biológicos naturales de los andrógenos u hormonas sexuales masculinas, por lo que se ha asociado con anomalías reproductivas.

Según explica la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), entre los disruptores endocrinos a evitar destaca el di(2-etilhexil) ftalato (DEHP), que actuaría mediante la interacción con diversos receptores celulares, pudiendo producir dichos efectos antiandrogénicos y en el eje tiroideo, evitando la entrada de la hormona tiroidea en las células o su distribución, y los efectos se han detectado con la exposición tanto prenatal como durante la infancia. 

Además, tanto estudios en animales como epidemiológicos han relacionado el DEHP con el desarrollo de neurotoxicidad, y un estudio prospectivo relacionó la exposición repetida a DEHP durante el embarazo y su concentración con el aumento del riesgo de partos pretérmino. En cuanto al dibutilftalato (DBP), un estudio reciente ha reportado una posible disrupción del eje tiroideo en hombres tras su exposición.

Vamos, que según la ciencia, no hay duda de que estos químicos tienen propiedades peligrosas preocupantes o con una propensión a acumularse en los tejidos humanos, que alteran nuestras hormonas, incluidas la testosterona, el estrógeno y la tiroides. Lo cual no solo afecta a los hombres (ya que se asocia a problemas con los espermatozoides, desde recuentos más bajos hasta motilidad reducida...) sino que también tiene un impacto sobre la salud de las mujeres. con p

En las embarazadas, existe evidencia que conecta los ftalatos con los trastornos del desarrollo entre los niños recién nacidos pero, a veces, hay otra serie de manifestaciones que pueden no ser evidentes hasta la madurez del individuo. Además, la exposición a los ftalatos desemboca en problemas como el síndrome de ovario poliquístico, un trastorno endocrino con un conjunto de síntomas que pueden incluir problemas para concebir, períodos irregulares y desequilibrios hormonales; también puede provocar un crecimiento irregular del cabello y acné.

Estos y otros efectos han sido analizados en una revisión sobre los disruptores endocrinos y su posible impacto sobre la salud de los humanos realizada por la Unidad de Endocrinología Pediátrica y Crecimiento del Hospital Clínico Universitario. Universidad de Santiago de Compostela A Coruña

Además, los ftalatos de los perfumes también pueden causar migrañas y ataques de asma, al interferir en la función pulmonar y causar síntomas alérgicos y otras dolencias respiratorias. De hecho, la exposición a productos químicos de fragancias puede causar dolores de cabeza, irritación de ojos, nariz y garganta, y otros síntomas respiratorios y/o neurotóxicos como olvido o pérdida de coordinación. En cuanto a la toxicidad hepática y renal y el cáncer, existen indicios, pero todavía se están explorando.

A nivel popular uno de los trabajos que destapó los efectos perjudiales de los perfumes para las personas fue el libro de la escritora australiana Kate Grenville 'Case Against Fragrance' (El caso contra la fragancia), donde explica que una de cada tres personas sufren de asma, dolor de cabeza y erupciones al ser sensibles a las fragancias de los perfumes. Grenville empezó a investigar debido que ella misma sufre consecuencias tras inhalar olores fuertes que le pueden provocar una migraña. Por eso recopiló y revisó algunas de las investigaciones que vinculan los perfumes a las migrañas, y sugiere que podrían tener un efecto tóxico en algunos órganos del cuerpo como el hígado y los riñones.

La cosa se puede complicar aun más ya que los ftalatos no son los únicos compuestos peligrosos en los perfumes. También podemos encontrar viejos conocidos como los parabenos o los almizcles sintéticos. Por eso es importante entender qué hay realmente dentro de un frasco de perfume y por qué el perfume puede ser tóxico. 

Como consumidores podemos elegir y debemos ser nuestros propios 'defensores'. Si las empresas pueden 'empaquetar¡ ingredientes ocultos, depende de nosotros evitar estos químicos a toda costa y estar informados sobre lo que le hacen a nuestro cuerpo. Máxime cuando se ha probado que la exposición a disruptores endocrinos en etapas tempranas puede generar efectos negativos permanentes en la salud del individuo que pueden manifestarse décadas después de la exposición. El site Ewg.org es un excelente recurso para informarse sobre productos seguros y no tóxicos. La organización advirtió hace décadas de la alteración hormonal que puede causar el perfume con este artículo. Como te hemos contando, algunas de las sustancias químicas imitan al estrógeno y otras tienen efectos sobre la tiroides. Lo cual es impactante y una razónde peso para mantenerse alejado de los perfumes químicos.

Ahora ya lo sabes. Para saber si tu perfume o colonia es sintética, lo único que tienes que hacer es buscar la palabra 'fragancia' en la etiqueta. Si es así, interprétalo como 'químicos ocultos'. Una laguna importante en la ley que permite a los fabricantes incluir casi cualquier ingrediente en sus productos sin enumerar realmente el producto químico. 

Aunque también hay que decir que cada vez más empresas se han comprometido a eliminar algunos elementos químicos de sus productos (muchos de cuidado personal) e informar con mayor claridad de los compuestos que incluyen. Así que en caso de que aparezcan estas siglas: BBzp (ftalato de bencil butilo), DnBP(dibutilftalato) y DEHP (dietilhexilftalato), está más claro que el agua.

Ante la duda, siempre puedes hacer una criba y cambiar todos sus productos perfumados por cosméticos sin fragancias, eso incluye desodorantes, champús y otros productos para el pelo, lociones para después del afeitado, pero también detergentes perfumados, suavizantes de telas o toallitas. Así, poco a poco, podrás reducir la exposición a los ftalatos y otros compuestos químicos. 

Si a pesar de todo no quieres renunciar a tu perfume favorito trata de usarlo con mesura, no hace falta vaciar el bote cada vez que lo uses y sobre todo, ten en cuenta estos consejos:

  •  No aplicar el perfume muy cerca de la piel. Lo correcto es aplicarlo a unos 20 centímetros.

  • Aunque la mayoría lo haga, no debes aplicar el perfume en las zonas cálidas: cuello, muñecas, pecho o detrás del lóbulo de la oreja.

  • Tampoco hay que frotar la piel.

  • Ni aplicarlo sobre el cabello o pasárnoslo por encima de la cabeza. 

  • Es recomendable pulverizar enfrente de ti (pero nunca a la altura de los ojos/nariz/boca) y a continuación pasar por debajo de la nube de perfume. Conseguirás que el perfume penetre en ti y también en tu ropa. Debes tener en cuenta que la gran mayoría de los tejidos naturales, como por ejemplo la lana, el lino o el algodón exhalan el olor perfectamente, pero los sintéticos modifican el aroma del perfume e incluso pueden aparecer manchas en tu ropa.

  • Intenta no respirar el fuerte olor de la colonia directamente y no abras los ojos ni la boca hasta que el perfume deje de estar en el aire.

Por cierto, otra zona donde no debemos aplicarnos el perfume es, por ejemplo, en las axilas, ya que podemos bloquear las glándulas sudoríficas y eso nos podría irritar la piel y crear infecciones cutáneas. El perfume no es un aroma ideado para cubrir el sudor, sino para aportarnos una fragancia general en nuestro cuerpo aplicado de forma prudente y en pocas cantida

sábado, 28 de agosto de 2021

Envolver comida en papel aluminio es un gran error.

 

Envolver comida en papel aluminio es un gran error.



En la cocina, para que no haya daños colaterales, cada cosa debe tener su lugar y también su función. Equivocarse puede tener consecuencias. Por ejemplo, el papel de aluminio es estupendo para hornear pero, si te sales de ahí o te excedes en su uso, se puede convertir en un artículo de cocina potencialmente tóxico.

A primera vista puede parecer perfecto para tapar las sobras de comida que has metido en una fiambrera o volcado en un plato. Para la mayoría de las personas esta es una forma fácil y rápida de almacenar alimentos en el refrigerador. Estoy de acuerdo en que es fácil, cómodo y rápido, pero nada seguro. De hecho, yo diría que es una manera fácil de jugarse el tipo, bueno, en este caso, el estómago. 

El papel de aluminio no aísla completamente a la comida de la atmósfera que la rodea, y si envuelves los alimentos cocinados con papel de aluminio y los dejas a temperatura ambiente durante más de dos horas, las bacterias crecerán con rapidez, contaminando la comida y poniendo en peligro tu salud. 

Esto sucede por varios motivos. Por un lado, al igual que necesitamos aire para respirar, las bacterias necesitan aire para prosperar. Por lo tanto, si tapas una comida caliente con papel de aluminio, como el material no se sella por completo y deja que pase aire al interior, las bacterias pueden prosperar rápidamente. Y luego, en caso de consumirla, corres el riesgo de sufrir una intoxicación alimentaria.

Por otro lado, hay ciertas temperaturas donde las bacterias pueden prosperar fácilmente:

  • En Fahrenheit, está entre 40 y 140 grados.

  • En grados Celsius, está entre 5 y 60 grados.

Por eso es tan importante conservar los alimentos del modo adecuado, pero también a la temperatura adecuada ya que a las bacterias no les gustan los entornos donde hace demasiado calor o demasiado frío. De ahí que fuera de su rango de temperaturas preferidas, las bacterias simplemente no pueden replicarse y no crecerán.

Sin embargo, también hay que tener en cuenta que algunas bacterias como el estafilococo y el Bacillus cereus, que causan enfermedades transmitidas por los alimentos, producen toxinas que no se destruyen con las altas temperaturas a las que se cocinan los alimentos.

Todos estos factores influyen en el desarrollo de las bacterias que causan las intoxicaciones alimentarias. El primer paso para evitarlas es aprender a conservar bien los alimentos. En este sentido, lo ideal es utilizar materiales que no permitan pasar el aire o recipientes herméticos. Fíjate bien en su capacidad y trata de ajustar el tamaño a la cantidad de comida que haya sobrado. Y ya que estás, opta por recipientes poco profundos para acelerar el proceso de enfriamiento y evitar que las bacterias entren en los alimentos.

A veces no es fácil detectar estas toxinas porque los alimentos contaminados pueden presentar una apariencia normal, ya que tanto su aspecto, como su sabor y olor pueden no alterarse.

La carne, la leche y los productos lácteos son los más delicados, pero también debes extremar las precauciones con otras preparaciones, como las salsas. Y es importante saber que las toxiinfecciones alimentarias (TA) “dependen tanto del tipo de alimento y de los hábitos de consumo, como de su producción” señala María Santos, microbióloga clínica y miembro de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS).

Como en España el consumo de pollo es elevado, solemos asociar las intoxicaciones a este producto. Pero no hay que olvidar que los alimentos más comunes asociados a los brotes de TA son “los huevos, carnes –vaca, aves, cerdo-, leche, verduras, frutas, verduras, moluscos y agua”, remarca la doctora. Además, los productos de repostería, los embutidos y las hortalizas también pueden ser el origen de algunas intoxicaciones alimentarias como la Salmonella.

Tal y como apunta la agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), para evitar las enfermedades provocadas por una inadecuada manipulación o conservación de los alimentos debemos adoptar algunas precauciones. Estas tres hacen referencia a las sobras de comida, y si las cumples, tienes mucho ganado:

  1. Evita el contacto entre los alimentos crudos y los cocinados. Un alimento cocinado puede volver a contaminarse por contacto con los alimentos crudos o con objetos que anteriormente hayan contactado un alimento crudo (cuchillos, tablas, superficies, trapos, etc.). El trapo de cocina o la bayeta puede ser un excelente vehículo de contaminación. 

  2. Por mucho que quieras aprovechar, no siempre es posible aprovechar sobras de una comida anterior, pero si decides hacerlo, calienta las sobras a la temperatura máxima antes de tomarlas.

  3. Asegúrate de poner la comida en el refrigerador dentro de las dos horas siguientes al cocinado, antes de que las bacterias tengan tiempo de causarle estragos. Desecha cualquier alimento que haya estado reposando más de dos horas.

  4. Es importante congelar o tirar las sobras refrigeradas en un plazo de 3 a 4 días. Si no estás seguro de cuánto tiempo han estado tus sobras en la nevera, no te arriesgues. En caso de duda, ¡deséchelas!

Por cierto, si te sobra comida en abundancia: "lo más inteligente sería dejar una porción en la nevera (pensando en un consumo más o meno inmediato) y luego, dividir el resto en porción individuales en recipientes herméticos y guardarlas en el congelador", explica a TheHealthy la dietista de la Clínica Cleveland Lindsay Malone.

De todo lo que te hemos contado hasta ahora, lo más importante es quedarse con la regla de oro para conservar bien los restos de comida: guardar las sobras en un táper hermético y poco profundo, y meterlo en la nevera antes de que pasen dos horas.

Existe otro motivo por el que no debes usar el papel de aluminio para envolver alimentos calientes. Según la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA), el papel de aluminio es capaz de transmitir pequeñas cantidades de este metal a los alimentos con los que entra en contacto. 

Sobre todo, cuando la receta en cuestión incluye unos ingredientes específicos como los vegetales, el vinagre, los cítricos, los frutos secos, la cerveza o las carnes y pescados procesados. El calor al que se somete a estos platos podría hacer que se produzca una filtración o migración de partículas (del papel a la comida) que pueden quedarse adheridas a los tejidos del organismo y provocar casos aislados de Alzhéimer, infertilidad e incluso cáncer, aunque normalmente son cantidades "insignificantes", y tendría que haber un nivel de exposición desmesurado para que se produjera dicho daño.

En concreto, la EFSA recomienda que no se ingiera más de un miligramo de aluminio por semana y por kilogramo de peso corporal. Por lo tanto, si el peso de una persona es de 70 kg, no debe ingerir más de 70 miligramos de aluminio.

Esta cantidad sólo se ingeriría si se utilizara papel de aluminio con alimentos particularmente ácidos o salados, ya que estas sustancias pueden liberar aluminio del papel a través de una reacción química. Por tanto, al evitar estos alimentos, no se plantearía este problema.

Con respecto a este último punto creo que lo esencial es quedarse con la idea de que los alimentos ácidos y salados son un caso especial cuando se utiliza papel de aluminio. Si estos alimentos entran en contacto con el papel de aluminio, éste puede descolorarse visiblemente y el aluminio puede desprenderse. Como resultado, puede pasar un poco más de aluminio de lo habitual a los alimentos. Todos los demás alimentos pueden envolverse y cocinarse en papel de aluminio de forma bastante segura, ya que no liberarán niveles perjudiciales de aluminio del papel.

martes, 24 de agosto de 2021

Cómo evitar que las bacterias campen a sus anchas en tus toallas.

 

Cómo evitar que las bacterias campen a sus anchas en tus toallas.



Puede que no te lo hayas planteado con seriedad este tema por consideras que no está dentro de las tareas cotidianas de suma importancia, y lo entiendo, pero este hábito de limpieza es básico para evitar que las bacterias campen a sus anchas por tu cuarto de baño. Más ahora, en verano, que la mayoría nos pasamos el día a remojo; los más afortunados entre la piscina y la playa, y los menos, con duchas frecuentes de agua y jabón. 

Además, si convives con niños y adolescentes habrás notado que suelen dejar las toallas de cualquier manera, tiradas encima de la cama o en cualquier rincón sin preocuparse de sacudirla o colgarla al sol para que se seque bien. No digamos ya de las discusiones de pareja o entre hermanos que se generan por el tema del uso compartido de las toallas. 

Pero centrémonos en la frecuencia del lavado de toallas, que es otra de esas cosas que divide incluso a las familias más bien avenidas. Algunos creen que deberían cambiarse después de cada uso, mientras que otros juran que pueden sobrevivir durante semanas sin un lavado. Solo usas la toalla después de limpiarte en la ducha, por lo que no puede ensuciarse demasiado, ¿verdad?


Pues no, el hecho de que la toalla parezca limpia después de usarla no significa que los gérmenes no puedan adherirse a ella. En realidad, deberías lavarla cada tres o cuatro usos o una vez a la semana como mínimo. Eso si estamos hablando de una toalla de baño común, y en circunstancias normales. Pero por ejemplo, las toallas de mano deben cambiarse cada dos días porque se usan con más frecuencia y por varias personas. Por supuesto, si te duchas en el gimnasio y metes tu toalla en la bolsa, ¡cuidado! La humedad es un caldo de cultivo para las bacterias y otros gérmenes, así que tendrías que lavarla todos los días, según la Clínica Cleveland.

¿Exageración? Para nada, una toalla común puede tener hongos, moho y bacterias E. coli creciendo en ella. Aunque el agua ayude a eliminar una parte, otras se quedarán y se transferirán a la toalla durante el secado posterior a la ducha. Nuestro cuerpo produce constantemente sudor, células de piel muerta, ácaros y otros agentes patógenos, y gran parte de esto se puede transferir a las toallas.



Eso sin mencionar otras posibles suciedades corporales y la que se puede acumular con el tiempo, incluidos los restos de moco, caspa, maquillaje y productos de belleza. Todos estos elementos juntos en un baño cerrado y lleno de vapor hacen que las toallas sean particularmente vulnerables a la acumulación de bacterias.

Y si te preguntas qué podría pasar, deberías saber que usar unas toallas sucias tiene ciertos riesgos para la salud, ya que pueden propiciar la aparición de infecciones, erupciones y sarpullidos en la piel como eccemas, granos e incluso brotes de acné. También pueden ser la causa de hongos en las uñas de los pies, pie de atleta, tiña inguinal o verrugas. Además, como ya sabrás, se puede contagiar fácilmente el resfriado común y otras infecciones compartiendo toallas sucias. Así que si alguien de su familia está o ha estado enfermo, es mejor reemplazar la toalla después de cada uso para prevenir la propagación de bacterias.

El modo correcto de lavarlas:

  • Lava a alta temperatura (60 grados o más), pero lee la etiqueta para estar seguro. Si puedes, usa un programa con agua caliente y añade un chorrito de lejía si huelen mal o están muy sucias. ¡Solo en las toallas blancas!

  • Utiliza detergente para piel sensible, poco por favor. Usar demasiado jabón podría causar una acumulación que limita la absorción. Y evita poner suavizante u otros productos perfumados para evitar la irritación.

  • Para que queden mullidas y suaves, puedes usar suavizante, pero añádelo a cada tercer o cuarto lavado para evitar que se acumule. Si prefieres una alternativa más natural, agrega un cuarto de taza de vinagre blanco. Así conseguirás eliminar el detergente acumulado, y las toallas recuperarán gran parte de su suavidad original.

  • No llenes el tambor hasta los topes. Sobrecargar la lavadora hace que la ropa se lave peor y dificulta el enjuagado. Con menos cantidad mejor es el lavado.

  • Si retienen olores desagradables, primero, lava las toallas con media taza de bicarbonato de sodio sin detergente, luego vuelve a lavar las toallas con detergente. El bicarbonato de sodio tiene un efecto parecido al suavizante, con la ventaja de que elimina los olores (el suavizante no los elimina, los camufla con perfume).

  • No dejes las toallas en la lavadora mucho tiempo para evitar la formación de bacterias.

  • Si tienes espacio es recomendable que la ropa se seque a temperatura ambiente, cuélgala en vez de meterla en la secadora. El calor de ésta degrada los tejidos a una velocidad que ni te imaginas.

  • Si no tienes más remedio que usar secadora, una vez que estén lavadas, agita y coloca las toallas en la secadora junto a las bolas de secado (como éstasdiseñadas especialmente para suavizar la ropa y evitar las pelusas mejorando el flujo de aire en la secadora. Las pelotas de tenis nuevas también funcionan, pero algunas pueden desteñir o dejar olor a goma. Para evitarlo puedes rociar unas gotas de aceite esencial en las bolas de secado.

  • Si las toallas son nuevas debes lavarlas siempre antes del primer uso, agregando media taza de vinagre blanco al ciclo de enjuague durante el lavado inicial.

  • Por último, tiende las toallas bien estiradas y al sol, si es posible. Para evitar el olor a humedad, asegúrate de que las toallas están completamente secas antes de doblarlas y guardarlas.

Recuerda, cada uno debe ser tener su propia toalla persona e intransferible, una para el cuerpo y otra solo para el rostro. Acuérdate también de mantener unas mínimas normas de higiene, como no dejarla mojada y arrugada, para que no acumule humedad, y lavarla con mucha más frecuencia.

lunes, 5 de julio de 2021

EL VERANO FRENA EL CONTAGIO DEL CORONAVIRUS EN UN 40

 

EL VERANO FRENA EL CONTAGIO DEL CORONAVIRUS EN UN 40%


Según un nuevo análisis, el coronavirus es mucho más contagioso en invierno que en verano, lo que explicaría la segunda ola y por qué los casos han descendido tanto en todo el mundo

En verano, el SARS-CoV-2 es hasta un 40% menos contagioso que en invierno, según las conclusiones de un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford en colaboración con el proyecto EpidemicForecasting.org, que utiliza modelos informáticos para analizar y predecir la propagación de epidemias.

El estudio, que ha aparecido en preimpresión en medRxiv, y está a falta de revisión por pares, ha evaluado los datos de 143 regiones de Europa para separar la influencia estacional de otros factores como las máscaras y las restricciones de contacto.




Según los resultados, el efecto estacional sería casi el doble de fuerte de lo que se pensaba. El efecto del verano es comparable a las medidas más eficaces contra la propagación del virus, como la distancia social y las mascarillas. Sin embargo, estas medidas combinadas entre sí siguen teniendo un efecto  mayor que el verano.

El calor del verano no es suficiente por sí solo para detener la propagación del virus

Además, el grupo de trabajo señala que el efecto estacional por sí solo no es suficiente para detener la propagación en verano: si hay muy poca gente inmune y al mismo tiempo no se toman medidas para contrarrestarla, también habrá brotes en verano.

EN EL VERANO SIGUE HABIENDO RIESGO

Incluso al principio de la pandemia, los expertos habían asumido que el SARS-CoV-2 se propagaría peor en verano, de forma similar a otros patógenos respiratorios. Sin embargo, determinar el tamaño del efecto no es sencillo, ya que las intervenciones contra el virus conocidas como intervenciones no farmacéuticas (NPI) sesgan los datos.

Una revisión reciente concluyó que las pruebas disponibles hasta la fecha son demasiado contradictorias como para demostrar con seguridad una relación entre el clima y la transmisión del coronavirus. Otro problema es que no está nada claro por qué muchos patógenos respiratorios son tan estacionales.

Entre las posibles razones se encuentran la reducción de la transmisión de aerosoles y de la radiación UV que destruye los virus en el exterior, así como la humedad del aire o las fluctuaciones estacionales del sistema inmunitario humano. Es de suponer que varios de estos factores influyen, y son difíciles de separar del resto de medidas que se han tomado para frenar el contagio.

¿HABRÁ OTRA OLA EN OTOÑO?

Sin embargo, la cifra de alrededor de un 40 % de diferencia en el número de reproductores determinada por el equipo podría explicar bien varios fenómenos. El número es lo suficientemente bajo como para que a pesar del clima se produzcan brotes en verano y en las regiones tropicales, que se han observado ya.

Al mismo tiempo, el efecto suficientemente fuerte para que el cambio de estación haga que las medidas contra el contagio que funcionan en verano dejen de ser suficientes cuando llegue el mal tiempo, lo que provocaría una nueva ola de  supere al resto de las medidas.  podría superar el NPI suficiente en verano y desencadenar una nueva ola de infección. Esto explicaría la segunda ola que se produjo en Europa el pasado otoño de 2020.