Piernas
pesadas: la sensación inquietante amplificada por el calor que puede
derivar en un serio problema
Las
épocas de mucho calor como
la que estamos experimentando ahora (y que es probable que
experimentemos cada vez con más frecuencia en el futuro) pueden
acrecentar los problemas en las piernas. El
calor provoca que las venas se
dilaten, con lo que, por efecto de la gravedad, la sangre se acumula
en las piernas, intensificando la sensación de pesadez y cansancio y
agudizando los problemas de circulación.
Mucha
gente no identifica los síntomas de la mala circulación, también
llamada 'insuficiencia venosa crónica' (IVC), una condición que
afecta más a las mujeres que los hombres debido a las hormonas
estrogénicas y progestágenos, y a la herencia. Consiste en
la incapacidad
de las venas para realizar el adecuado retorno de la sangre al
corazón,
lo que provoca la acumulación de ésta en las piernas, dando lugar a
diferentes síntomas y problemas.
La
sensación de piernas pesadas se caracteriza por la “pesadez”
en las piernas al intentar moverlas, caminar,
o simplemente al permanecer de pie, lo
cual reduce la calidad de vida de las personas. Los síntomas más
frecuentes suelen ser un dolor la sensación de pesadez o calambres
en las extremidades inferiores, un dolor
inespecífico poco localizado y no excesivamente intenso en las
piernas, hormigueos y picor. En
algunos casos también se puede observar una hinchazón alrededor de
los tobillos y
pantorrillas, generando un aumento del diámetro y volumen en la
parte inferior de la pierna.
Aunque
se agrava con el calor, los estudios apuntan a los factores
ambientales y de estilo de vida como
una parte importante en los problemas de circulación, tal y como
recoge TopSanté.
Además, los síntomas aumentan con la edad, ya que las venas van
perdiendo elasticidad y no se contraen tan fácilmente cuando nos
hacemos mayores. Por lo que ya no
parece ser una enfermedad únicamente hereditaria.
Los
síntomas de la IVC afectan al 30 por ciento de los adultos
españoles, según datos del Capítulo
Español de Flebología y Linfología (SEACV).
Así pues, en nuestro país la padecen cerca de 15 millones de
personas, de las cuales se estima que un 60 por ciento de los casos
no está diagnosticado.
En
muchas ocasiones, el propio paciente infravalora esta enfermedad,
pero si bien es cierto que habitualmente no representa un problema
grave para la salud, merma severamente la calidad de vida. Además,
la insuficiencia venosa es
un problema que no desaparece con el tiempo, por
lo que cuanto antes se diagnostique y se trate, mayores son las
posibilidades de prevenir las complicaciones asociadas y el progreso
de la enfermedad.
Entre
los principales factores
de riesgo venoso destacan
la edad, los cambios hormonales, tener antecedentes familiares de
esta afección y de trombosis
venosa profunda en las piernas. Estar
embarazada, padecer obesidad, tener una estatura alta o permanecer
sentado o de pie por mucho tiempo también aumenta el riesgo.
En una persona
predispuesta, la enfermedad evolucionará en brotes, desencadenados o
agravados por alguno de estos factores de riesgo.
“Por
ejemplo, el primer embarazo conlleva un 23 por ciento de riesgo de
aparición de varices, el segundo y tercer embarazo elevan este
riesgo al 27 por ciento y el cuarto embarazo da un 30 por ciento de
riesgo. En cambio, la obesidad con un IMC mayor mayor o igual a 27
conlleva un 39 por ciento de riesgo de desarrollar varices, por lo
que tiene sentido anteponer el exceso de peso al número de embarazos
en la clasificación de factores de riesgo”, explica
a Yahoo!
News el
doctor Philippe Blanchemaison, especialista en flebólogía.
Los malos
hábitos de vida pueden
provocar una mala circulación de la sangre y, por consiguiente, la
hinchazón y sensación de cansancio de las piernas. Por ejemplo,
cuando inhalamos humo procedente del tabaco, existen distintas
sustancias que actúan nocivamente también sobre las paredes de las
venas, lesionando y predisponiéndolas a una afectación de las
válvulas venosas a medio o largo plazo. Si fumar es muy perjudicial
en general par la salud, también lo es para las piernas y su buen
riego sanguíneo.
La alimentación también
juega un papel importante en la salud de las piernas. Sobrepeso
y obesidad son
dos de las causas más comunes de las piernas cansadas, por el hecho
de soportar más peso del que se puede aguantar.
El
primer paso para diagnosticar la insuficiencia venosa crónica es
la exploración
física de ambas piernas, mediante
la observación y la palpación por parte de un especialista. Así
mismo, el profesional médico realizará lo que se conoce como
'anamnesis', que consiste en la recopilación de información
proporcionada por el propio paciente acerca de aspectos que puedan
influir en la patología, como su edad, antecedentes personales y
familiares, signos y síntomas que experimenta, etc.
Algunos
especialistas, como el Dr. Blanchemaison, realizan un test para ver
si tienes una mala circulación y ponderar tu riesgo de padecer
insuficiencia venosa o trombosis en el futuro. En este artículo
médico puedes
ver el cuestionario completo. Pero te dejo algunas de las preguntas
principales para que te hagas una idea:
1.- ¿Llevas una vida
sedentaria? Si has contestado que sí, ¿desde hace cuanto?
2.- Te sobran kilos o
tienes sobrepeso, ¿de cuánto? ¿5, 10 o más de 10 kilos?
3.- ¿Has estado
embarazada? ¿Cuántos embarazos llegaron a término?
4.- ¿Cuál es tu
posición más frecuente al trabajar?
5.-
¿Tienes antecedentes familiares de varices o
te han salido ya arañas vasculares o telangiectasias?
6.- ¿Haces algún tipo
de ejercicio: caminar, montar en bici, nadar...?
7.-
¿Tienes sensación de piernas pesadas o se
te hinchan los tobillos a menudo?
A partir de estos datos,
se establece la gravedad de la patología (de acuerdo a la
clasificación clínica conocida como CEAP), que será fundamental
para confirmar el pronóstico y el tratamiento más adecuados. Dicho
de otro modo, si has respondido que sí a la mayoría (excepto a la
4, 6) tienes muchas posibilidades de padecer insuficiencia venosa,
que será más leve o grave en función de las respuestas concretas.
El diagnóstico se
completa con una prueba denominada 'eco-doppler', que es parecida a
una ecografía y constituye la prueba de referencia para el
diagnóstico. Esta técnica permite visualizar el flujo, dirección y
velocidad de la sangre en los vasos sanguíneos mediante el empleo de
ultrasonidos.
Confirmado
el diagnóstico, es importante llevar un buen control de los signos y
la evolución de la IVC, sobre todo para evitar que derive en
patologías graves como la 'tromboflebitis' o en 'trombosis venosa
profunda'. Esta última afecta al sistema venoso profundo y consiste
en la presencia de un trombo (coágulo)
en el interior de una vena. El sitio más frecuente de esta patología
es en los miembros inferiores. Y en última instancia, puede dar
lugar a complicaciones importantes como un embolismo pulmonar con
consecuencias muy graves.
Para
evitar el riesgo, lo más recomendable en estos casos es practicar
ejercicio moderado, como caminar o correr, de forma que trabajen los
músculos de las piernas, aliviando la sensación de pesadez. En el
caso de la sal, es recomendable reducir su consumo, ya que se asocia
al incremento de la presión arterial, a la hipertensión y a las
patologías asociadas a ésta como infarto de
miocardio, y alteraciones renales y cerebrovasculares, entre otros.