Los alimentos que pueden aumentar el riesgo de desarrollar el 'silencioso' cáncer de páncreas.
Debido a la ausencia de síntomas en sus inicios, el cáncer de páncreas suele diagnosticarse en fases avanzadas. Vinculado al tabaco y al alcohol, ahora se sabe que algunos alimentos también influyen en su desarrollo. Por eso los expertos insisten en la importancia de cuidar la dieta en todas las etapas de la vida para no favorecer su aparición.
Y es que el cáncer de páncreas uno de los cánceres más agresivos que hay porque es difícil de detectar, se propaga rápidamente y mata a casi todos los pacientes afectados en un plazo de seis meses. A día de hoy, los pacientes diagnosticados con cáncer pancreático suelen tener una expectativa de vida muy baja, apenas el 10 por ciento de los afectados sobrevive a los cinco años de ser diagnosticado.
“En fases iniciales no produce síntomas, por lo que suele diagnosticarse en estadios avanzados y su mortalidad es muy elevada, llegando al 90 por ciento. Solo a medida que el cáncer progresa presenta síntomas de dolor por la presión de nervios cercanos u otros órganos, coloración amarillenta de la piel (ictericia) que se produce cuando el tumor comprime la vía biliar y/o la pérdida de peso y desnutrición, incluso vómitos por una obstrucción del duodeno que impide el paso de los alimentos desde el estómago hasta el intestino”, explica la Dra. Mileidis San Juan Acosta, especialista en Aparato Digestivo y responsable del Comité de Actividades Fundacionales de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).
La mayoría de los casos de cáncer de páncreas surgen de lesiones precancerosas conocidas como neoplasias intraepiteliales pancreáticas (PanIN, por sus siglas en inglés). Entre el 55-80 por ciento de los adultos de más de 40 años poseen estas lesiones silenciosas de bajo grado, y ahora se sabe que determinados factores de estilo de vida pueden activarlas.
A pesar de que se desconocen las causas exactas del cáncer de páncreas se han identificado varios factores de riesgo que pueden contribuir a la aparición de dicha enfermedad, como son: el tabaco, alcohol, obesidad, diabetes, antecedentes personales de pancreatitis crónica, mutaciones genéticas adquiridas, grupo sanguíneo, la edad (aumenta el riesgo a partir de los 60 años) o el sexo (más frecuente en hombres que en mujeres).
Por otro lado, siempre se había barajado la idea de que la alimentación también influye en la aparición del cáncer, y así lo ha confirmado un estudio publicado en Nature Communications.
Entre esos nuevos factores críticos capaces de activar esas lesiones precancerosas destacan las dietas ricas en grasas (HFD, por sus siglas en inglés), puesto que estas se han asociado con un mayor riesgo de cáncer de páncreas en humanos. Los alimentos que forman parte de estas dietas incluirían a los fritos, carnes rojas o procesadas, así como productos lácteos enteros (mantequilla).
Los investigadores encontraron que en comparación con las personas con la ingesta total de grasas más baja, aquellas con la ingesta de grasas más alta tenían un 23 por ciento más de probabilidades de ser diagnosticadas con cáncer de páncreas.
Y las personas con la mayor ingesta de grasas saturadas tenían un 36 por ciento más de probabilidades de ser diagnosticadas con cáncer de páncreas.
Estas dietas "están enriquecidas con ácidos grasos que actúan como activadores naturales del receptor PPARδ", que regula algunos genes que intervienen en el metabolismo de las grasas y también en la formación del cáncer de páncreas.
Cuando se activa PPARδ, se puede llegar a acelerar el avance de estas lesiones hasta convertirse en un cáncer activo, no solo en el páncreas sino también en otros tipos de cáncer gastrointestinal.
Además, se ha identificado una sustancia en particular -Cardarine (GW501516)- que se utiliza en el fármaco del mismo nombre y en algunos suplementos deportivos para aumentar el rendimiento físico y la resistencia. Este fármaco se diseñó para alentar al organismo a quemar más grasa y tratar enfermedades como la hiperlipemia o la obesidad. Sin embargo, el desarrollo de este fármaco y otros activadores del receptor PPARδ se ha paralizado durante mucho tiempo dada su relación con posibles efectos secundarios procancerosos.
El problema de este tipo de dietas altas en grasas es que afecta negativamente a todas las células del organismo provocando un estado de malnutrición y pudiendo menguar la masa muscular del cuerpo. Esta situación debilita físicamente a la persona que tendrá más dificultad a la hora de afrontar la enfermedad y los tratamientos. Cada vez son más los estudios que confirman que ciertos tipos de células tumorales podrían alimentarse a partir de grasa como la que proviene de las carnes rojas y procesadas como salchichas y tocino. Las bebidas azucaradas también pueden aumentar este riesgo.
Una dieta rica en grasas es una dieta en la que al menos el 35 por ciento de las calorías totales provienen de grasas, tanto insaturadas como saturadas. Además de los alimentos procesados populares, y los que hemos mencionado (la grasa animal o la mantequilla), muchos otros alimentos tienen un alto contenido de grasa, como:
Queso, especialmente el queso duro como el cheddar.
Crema agria y helados.
Aperitivos salados, como galletas de queso y algunas palomitas de maíz.
Confitería de chocolate.
Galletas, tortas y pasteles.
No obstante, el estudio no prueba que la grasa sea la responsable de este tipo de cáncer, o que la carne o los productos lácteos sean particularmente culpables, estos estudios son observacionales y muestran asociaciones, pero no prueban causa y efecto.
Por el contrario, hay estrategias que contrarrestan estos efectos como comer por lo menos 2,5 raciones de frutas y verduras al día, hacer entre 6-8 comidas de pequeño volumen, y consumir grasas de fuentes saludables, como aceite de oliva, frutos secos o aguacates.
También es importante no dejarse influir por las modas, ni creer que la dieta cetogénica u otras dietas anti-cáncer funcionan. Por sí sola ninguna dieta ayuda a prevenir o curar el cáncer. Existen muchos mitos alrededor de la alimentación adecuada para esta enfermedad. Lo que funciona es el conjunto de acciones, no una sola.
El cáncer de páncreas es la cuarta causa de muerte por cáncer en España, con aproximadamente 4.000 nuevos casos diagnosticados cada año. La incidencia de este tumor ha aumentado de manera constante y se prevé que, en el mundo, el cáncer de páncreas pueda representar la segunda causa de muerte por cáncer en 2030 (hoy es la sexta).