Tener antojo de este alimento podría ser un signo temprano de demencia.
A medida que envejecemos, se vuelve cada vez más importante para nosotros realizar un seguimiento de los cambios que ocurren en nuestro cuerpo, ya que a menudo pueden indicar problemas de salud más importantes. Cuando se trata de tratar afecciones relacionadas con la edad, como la demencia, nuestra mejor apuesta es detectar los síntomas tempranos.
Aunque probablemente ya seamos conscientes de que los lapsos en nuestra memoria pueden indicar un problema, los cambios en nuestras preferencias alimentarias también pueden serlo, especialmente si de repente se te antojan los dulces.
De hecho, la ciencia sugiere que las personas con un tipo específico de demencia llamada demencia frontotemporal o DFT (también se la conoce como enfermedad de Pick) pueden mostrar ataques repentinos de hambre y, en especial, ansiedad por los alimentos dulces.
Muchas personas con este tipo de demencia desarrollan una serie de comportamientos inusuales de los que no son conscientes. Por ejemplo, cambios en la personalidad, conductas inapropiadas en público, impulsividad, apatía, pérdida de empatía, comportamientos repetitivos o compulsivos y cambios en la dieta.
"Las demencias frontotemporales se manifiestan por una combinación de síntomas conductuales y/o del lenguaje (con afasias similares a la diagnosticada a Bruce Willis). Es frecuente que los pacientes con demencia frontotemporal sean erróneamente diagnosticados de trastornos psiquiátricos o de otras enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer", explica de la doctora Ángel Milán, especialista en Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra (CUN).
Independientemente de la forma de presentación de la demencia frontotemporal, finalmente se produce un deterioro en el funcionamiento diario de la persona, que se vuelve cada vez más dependiente para realizar las actividades del día a día.
Por eso, cualquier pequeña señal que pueda ayudar a identificar la enfermedad contribuirá a frenar su desarrollo y ritmo de progresión, ya que la duración de la enfermedad es muy variable, y está muy influida por la forma de demencia frontotemporal que se padezca.
Puede ocurrir que la persona se vuelva menos social, o que su comportamiento en situaciones sociales se vuelva inapropiado o resulte grosero. Pueden mostrarse hiper-sexuales y desinhibidos frente a otras personas, y también puede ocurrir que se pierda el interés por la higiene personal.
Otras situación menos conocida pero que puede revelar demencia frontotemporal es que los hábitos alimenticios cambien, haciendo que estos enfermos empiecen a comer más, tener antojos de cosas dulces, o sientan una necesidad de tener cosas en la boca como cigarrillos o bebida.
En este sentido, hay evidencias de cómo esta demencia afecta a la alimentación. Síntomas como pérdida de apetito que a su vez pueden causar dificultades con la comida, la alimentación y la nutrición.
Por tanto, hay que estar atentos ya que, por lo general, la memoria y el lenguaje no se ven afectados en las primeras etapas de esta forma de la demencia frontotemporal, tal y como recoge la literatura médica, y según explican los Médicos de Familia (SEMERGEN).
Por el contrario, lo que les sucede a quienes sufren esta condición degenerativa del cerebro es que pueden olvidar cómo masticar y tragar o pueden distraerse con su entorno.
La demencia también puede hacer que algunas personas coman en exceso o incluso que desarrollen un apetito insaciable. Y también es muy probable que no experimenten el sabor como antes, lo que provoca un cambio en las preferencias, haciendo que opten por comidas pesadas o azucaradas.
Los estudios muestran que la demencia ataca el área del cerebro, la corteza prefrontal, responsable del autocontrol en la elección de alimentos.
Algunos trabajos, como este en el New England Journal of Medicine, han probado cómo la demencia causa alteraciones en la conducta alimentaria; e incluso sin tener la afección preexistente de diabetes, el azúcar y la demencia siguen estando directamente relacionados y que un nivel de azúcar en la sangre por encima de lo normal puede contribuir a un riesgo elevado de contraer demencia.
Los investigadores creen que esa preferencia por los dulce tiene que ver con la forma en que nuestros cerebros usan la serotonina (conocida como la hormona "feliz"). Este es un síntoma importante a tener en cuenta porque, si bien a la mayoría de las personas se les diagnostica demencia a los 60 años, la DFT puede aparecer mucho antes.
“La mayoría de las personas con demencia frontotemporal comienzan a mostrar síntomas entre los 45 y los 65 años”, cuenta a Woman's World Andrew E. Budson, director asociado de investigación en el Centro de Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Boston. En un artículo publicado en Psychology Today, el experto relata su experiencia al tratar a personas con DFT, y habla sobre esa 'obsesión' por los alimentos azucarados, calificándolo como un signo revelador de problema cerebral.
“Algunas personas realizan movimientos repetitivos de forma compulsiva, como apagar y encender la luz cada vez que pasan junto a ella”, explica. “Otros muestran un marcado cambio en las preferencias alimenticias (a menudo prefieren los dulces), comen demasiado, fuman o beben alcohol en exceso”.
Otros signos de demencia que no deben ignorarse son:
Pérdida de memoria
Dificultad para concentrarse
Le resulta difícil realizar tareas cotidianas familiares, como confundirse sobre el cambio correcto al comprar
Luchando para seguir una conversación o encontrar la palabra correcta
Estar confundido acerca del tiempo y el lugar
Cambios de humor.
Ante cualquiera de estos cambios, lo más importante es acudir al médico y obtener un diagnóstico, ya que cuando se trata de tratar la demencia, el diagnóstico temprano es clave.
Con esto en mente, todos debemos asegurarnos de controlar nuestra salud cerebral prestando atención a todos y cada uno de los cambios en nuestro comportamiento y preferencias, ya que incluso algo aparentemente no relacionado como los antojos de alimentos podría ayudarnos a identificar una enfermedad.
El médico de Atención Primaria debe proporcionar soporte médico y emocional adecuado al enfermo y a su familia. Una vez que se tiene un diagnóstico es importante, en familia, realizar un plan de cuidados para la persona, tomando en cuenta las sugerencias del médico y las necesidades de la persona. Como en todas las demencias, se recomiendan las terapias no farmacológicas y la educación por parte de la familia, ya que una familia que sabe cómo tratar con este tipo de demencia puede mejorar mucho la calidad de vida de la persona afectada. También es importante buscar ayuda en Asociaciones de Pacientes.