¿Por qué dormimos
los animales?
Dormir es
importante. Todos sabemos las consecuencias que la falta de sueño tienen en
nuestro comportamiento. Tardamos más en reaccionar, nuestro cerebro procesa la
información más lentamente, incluso nos cuesta asentar conocimientos. Y estos
son sólo los efectos sobre nuestra mente. La falta de sueño también afecta a
nuestro cuerpo – por ejemplo, nos hace engordar. Incluso, como ya se ha
demostrado, la falta
de sueño continuada puede llegar a matarnos.
Y sin embargo,
dormir no tiene mucho sentido. Desde un punto de vista biológico, dormir es un
error, una estrategia absurda. Cualquier animal dormido se pone en peligro a sí
mismo. Un individuo semi-paralizado, que no está atento a su entorno, es mucho
más vulnerable que otro que esté alerta.
Así que la razón por
la que dormimos debe ser suficientemente importante como para arriesgarnos a
hacerlo. Esto descarta una de las explicaciones sobre por qué dormimos: que los
animales aprovechan que no tienen nada que hacer para dormir, y así dejar pasar
el tiempo. Si ya has comido, has cortejado a todas las posibles parejas, no
tienes mucho más que hacer, y te puedes echar a dormir.
La hipótesis del
ahorro energético tampoco es buena. Según esta idea, dormimos para no gastar
más de lo necesario. Pero la diferencia entre estar en reposo y dormido es
mínima, el equivalente en la dieta de un humano a una rebanada de pan integral.
A cambio te expones a un serio peligro de muerte, así que no parece la mejor
idea.
Entonces, ¿para qué
sirve dormir? ¿Y cuándo empezamos a hacerlo? Estas serían las preguntas que
habría que responder para entender el problema en su conjunto. Lo complicado en
este caso es diferenciar una de otra, y poder estudiarlas por separado.
[Te puede interesar: Por qué dormimos peor al
hacernos viejos, y dónde está el botón que nos manda a dormir]
Vamos a intentarlo.
Sabemos que los humanos dormimos. También los primates, y cualquiera que tenga
mascotas sabe que gatos y perros también lo hacen. De hecho, todos los
mamíferos duermen. Pero, ¿qué pasa con otros animales, como los peces? ¿O las
moscas de la fruta, que son los organismos que se suelen estudiar?
Pues también lo hacen.
Aunque para defender esta idea, hay que definir a qué consideramos dormir. Los
científicos llaman “fase de sueño” a las ocasiones en que se dan tres factores.
Primero, que la actividad muscular sea baja – que el animal no se mueva. En
segundo lugar, el animal tiene que aumentar su tiempo de respuesta. Es decir,
que si le “despiertas” tarda más en reaccionar que cuando está despierto. Y por
último, evita que los animales se cansen.
Desde esta
perspectiva, prácticamente todos los animales duermen. Pero claro, no lo hacen
tal como lo hacemos nosotros. Los humanos tenemos lo que se conoce como “fase
R.E.M.”, que tiene unas características muy definidas, y unas consecuencias
distintas también.
Por cierto, que no
sólo los humanos tenemos fase R.E.M. También el resto de mamíferos. E incluso
las aves. De hecho, según algunos expertos, la fase R.E.M. aparece como
resultado de la homeotermia, la capacidad de ciertos animales para mantener la
temperatura de la sangre. Vaya, que tener sangre caliente te hace tener fase
R.E.M.
Pero la fase R.E.M.
no es simplemente una consecuencia de tener sangre caliente. En este caso sí se
tiene clara su utilidad, tal y como se demostró hace ya tiempo en
una serie de experimentos. Durante esta fase del sueño, nuestro cerebro separa
las emociones de las experiencias.
Cuando recordamos
algún hecho de nuestra infancia, solemos terminar en algún recuerdo doloroso,
con un gran impacto emocional. Pero, por mucho que esos recuerdos se hayan
fijado con fuerza, traerlos a la memoria no despierta las mismas sensaciones.
No volvemos a sentir miedo, o terror. Recordamos lo importante, el aprendizaje
que nos sirve para sobrevivir, pero no la parte traumática. Y esto es gracias a
la fase R.E.M. Y también la razón por la que los humanos dedicamos mucho más
tiempo a esta fase que ningún otro animal, ya que nuestro cerebro es mucho más
complejo. La diferencia es notable: en humanos supone un 25% del tiempo de
sueño, mientras que en primates se queda entre 5-10%.
En definitiva, que no sabemos muy
bien ni cuándo – en qué momento de la evolución – ni para qué dormimos. Parece
que tiene que ver con nuestro cerebro, con el hecho de tener un sistema
nervioso relativamente complejo, ya que aparece en todos los animales. Y que es
importante, ya que sin dormir no sobrevivimos, y al hacerlo reducimos nuestras
posibilidades de supervivencia. Pero aún queda mucho por aprender sobre ello.